08/05/2020 às 18:10 Historias

Sin miedo a amar

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Hemos aplazado planes, reuniones, encuentros y viajes y con ello se ha aplazado hasta nuestros sueños. Todos, aunque fuera el más sencillo, teníamos un sueño antes de que nos forzáramos a escondernos. Nos escondimos porque era la única manera de conservar la esperanza de que nuestros sueños no murieran y nos hemos preocupado por cuidarnos, cuidar a los nuestros, cuidarnos entre todos, pero también para cuidar nuestros sueños. Y las redes nos inundan de consejos necesarios para cuidar la salud, para evitar muertes y para sobrevivir. Hemos intentado distraernos y no dejarnos atemorizar a través del arte, del juego o del ocio. Sin embargo, nadie nos ha insistido en cuidar nuestros sueños sino ese llamado interior de cada uno. Precisamente, hemos aumentado la lista de sueños porque antes salir a la calle, festejar o abrazar al otro no estaba en nuestra lista de sueños porque son actos que se hicieron parte de la cotidianidad, pero ¿nos hemos detenido a pensar hasta cuándo aplazaremos nuestros grandes sueños o qué haremos para alcanzarlos? Nosotros no lo habíamos pensado hasta que conocimos a Daniela y David.

Ellos son una joven pareja que tomó la decisión de casarse en medio de la pandemia, pero no queremos titular su boda con un nombre que nos ha atormentado, ni queremos poner etiquetas a su unión con palabras que nos renombre el miedo, ni mucho menos queremos mencionar ese nombre que nos ha robado tantos sueños. Por el contrario, queremos etiquetarlos y siempre recordarlos como la pareja que nos dio esperanza.

Si ya estás leyendo este tercer párrafo, te pido que no desistas a conocerlos porque valdrá la pena. Su historia ha sido tan casual como la manera en que los conocimos. Nos hemos identificado y conectado con ellos, quizá como con ninguna otra pareja y así nos lo hemos expresado mutuamente.

En nuestro último blog, contamos cómo fue casarnos en medio de una crisis y recibimos muchos mensajes bonitos de agradecimiento por el testimonio, pero esa es incomparable a la historia que estamos por leer. Nosotros nos casamos teniendo Jhon 24 años y Gisela 22, y así mismo los protagonistas de hoy: Daniela 24 y David 22. Ambos de Yarumal, Antioquia, desde muy niños tuvieron cercanía por sus familias, pero la relación era solo de amistad. Entre curiosidades e intereses particulares, cruzaron algunas palabras en redes sociales y afianzaron su amistad. Salieron de su pueblo natal hacia Medellín porque cada uno quería buscar otras oportunidades por fuera y empezar a construir sueños personales. Daniela vivía una experiencia de noviazgo muy traumática con otra persona y David en muchas ocasiones fue su amigo consejero que en paciencia la esperaba. Suena como el príncipe que buscaba a la princesa, pero él solamente fue un caballero respetuoso y paciente. Entre muchas anécdotas, a finales del 2016 David ya no quería insistir con Daniela y sus propuestas eran radicales, pero ella fue cediendo y se convencía de que merecía darse otra oportunidad, y así David se arriesgó a pedirle que fuera su novia valientemente el 20 de enero del 2017 con un vaso de Starbucks en el recién abierto local de Milla de Oro del Poblado, pregunta que ahogó a Daniela de mucha risa y aceptó mientras todos los aplaudían. Nos contaron además que vivieron experiencias personales muy difíciles, pero ambos se apoyaron. Daniela ya vivía en El Santuario y su primer año de relación estuvo marcado por la distancia. Entre los dos buscaban intereses comunes para visualizarse en un futuro y exploraron juntos la fotografía. Daniela continuaba sus estudios de Comunicación Social y David, entre muchos inconvenientes, se retiró de su universidad y trabajó en tiempo completo con su hermano Gabo en Medellín, quien es miembro del conocido grupo musical Pasabordo. Después de eso él también se mudó a El Santuario, vivió solo y ya estaban más cerca. Así estuvieron más tranquilos, estudiaron música juntos y se visualizaron trabajar juntos con proyectos de producción audiovisual, los mismos que acompañaron y potenciaron una campaña política local y que hoy ejercen de manera ejemplar en la alcaldía municipal.

Ellos ya compartían el sueño de casarse y se proyectaban así. David pidió la mano de Daniela y esperó a celebrar su tercer aniversario de noviazgo para sorprenderla con una cena, una mesa decorada con 3 rosas, un video proyectado en el mismo restaurante que afirmaba “quiero una vida contigo” y un anillo con una piedra de zafiro. Cuenta David que estaba muy nervioso y habló mucho irreconociblemente, pero fue capaz de pedirle a Daniela que unieran sus vidas para siempre.

Iniciaron los planes para su boda que tendría lugar a finales de mayo o inicios de junio. Planeaban la locación que sería muy particular, pensaban acompañarlo de mucha cerveza, rica comida y tenían una larga lista de las canciones más especiales para ellos y, así mismo, preparaban su lista de invitados. Daniela nos confesó que ha sido una persona muy solitaria, que le ha gustado hacer las cosas reservadamente, dice que ha sido “cascarrabias” y que alguna vez dijo que su boda sería solo con su familia y sería muy sencillo, pero no planeó ni escatimó que eso se le haría realidad.

Como muchas parejas, sus preparativos se tuvieron que pausar y su boda quizá debía esperar. No dedicaron mucho tiempo a pensar en eso, pues su exigencia laboral incrementó. Sin embargo, tenían la ilusión de que todo pasaría pronto y su boda se haría con los previos planes. Daniela y David son una compañía infaltable del alcalde municipal y han duplicado su horario laboral recientemente, de la misma manera que son las personas más expuestas en la calle. Creemos muchas veces que los que más trabajan son el personal de salud, pero ignoramos cuánto hacen comunicadores como ellos en estos días con la difícil labor de mantenernos informados. Esa misma exposición fue causa de un susto para Daniela, quien tuvo una fuerte gripa hace poco y que provocó realizar la prueba del Covid con urgencia. Afortunadamente el resultado fue negativo y motivó a que tomaran una decisión radical. Ellos eran conscientes que estaban muy expuestos y que estaban exponiendo a su familia también y no querían alargar más la angustia, entonces fijaron una fecha de 15 días y, en ese tiempo, planearían casarse. Gestionaron los permisos necesarios, buscaron los vestidos a su estilo, los anillos, el pastel, los pocos platos para la cena familiar y, a nosotros, los fotógrafos.

La manera en la que ellos nos confesaron que decidieron contratarnos nos emocionó mucho y llenó de orgullo. Poco conocían de fotógrafos locales y que además estuvieran dispuestos a prestar el servicio. Daniela fue quien inició la búsqueda de recomendaciones y por propia cuenta en redes sociales. Nos encontró y afirma haberse conectado con nuestro trabajo y con nosotros y la formalidad de nuestra presentación le generó mucha confianza, entonces decidió escribirnos. La manera en que nos preguntó nos generó intriga, curiosamente. Ella nos preguntó si estábamos trabajando a domicilio por este tiempo y el hecho de que esa pregunta llegara de alguien de la Administración Municipal, nos inquietó. “¿Acaso es una pregunta capciosa?”, comentamos nosotros, pero la respuesta obvia era que no estábamos trabajando aún, pero necesitábamos saber por qué preguntaba. Nos contó que se casaba el 2 de mayo, nos contó el por qué y nos aseguró tener el permiso. Primero nos pidió que fuera solo un fotógrafo, pero nos negamos porque siempre trabajamos en pareja y aceptó fácilmente. Nosotros también aceptamos y ya sabíamos todas las medidas que debíamos tomar para cuidarnos y cuidar nuestra familia.

El día antes tuvimos la entrevista por video conferencia donde nos conocimos, conversamos y entramos en confianza. Tuvimos una conexión instantánea y fue una charla como amigos. Nos confesaron cómo iban a sacar adelante su boda a pesar de los percances: a David no le llegó el traje, no llegaron los anillos (tuvieron unos prestados), ella tuvo que rogar para que llegaran sus tacones (mantuvo su etiqueta en la boda y nadie se percató), y David no pudo gozar de la compañía presencial de su mamá ni de sus hermanos. A los dos les dolía, además, el no poder disfrutar de la compañía presencial de sus amigos, por lo que se valieron de un streaming para que los acompañaran virtualmente.

Normalmente para nosotros, un sábado de bodas exige muchas horas de trabajo, desplazamientos, preparativos, ceremonias largas, protocolos, grandes grupos de invitados y mucha fiesta. Esta boda era diferente. El sábado 2 de mayo a las 4:00 p.m. estábamos todos listos para ser testigos de la unión de Daniela y David. No superábamos las 10 personas, la pequeña locación donde tendría lugar la ceremonia cristiana estaba adornada con flores y había una luz espectacular. Tuvo una duración de dos horas.

La aparente sencillez se opacó por el amor que se vivía. Daniela y David cantaron, hubo unas emotivas palabras por parte del papá de Daniela, otras por el pastor a cargo, unos cortos y sentidos votos por parte de los novios y un brindis. Todo fue seguido por una corta sesión de fotos, dos únicas fotos familiares y otras dos peculiares: David con su mamá y su hermanita a través de una videollamada. La ceremonia terminó con la cena familiar. Así relatamos esas breves dos horas, pero si describiéramos las expresiones de amor, este texto triplicaría su extensión.

Ellos afirman haber sentido muy cerca a su familia y amigos que se manifestaron por medio de mensajes y fotografías desde sus casas o lugares de trabajo, muchos de ellos brindando. Su felicidad fue innegable porque en sus rostros todo el tiempo brilló con una sonrisa.

Toda boda es inolvidable para cada pareja, pero para Daniela y David lo será mucho más por las condiciones en que se casaron. Igualmente, para nosotros cada boda es especial, cada fecha inolvidable y cada pareja se queda en nuestro corazón, pero también esta se hace más especial por la manera en que los acompañamos, nos preparamos y las condiciones en que la vivimos. Para nosotros era extraño volver a vestir nuestra ropa negra, acompañada de tapabocas (negro también) que peleaban con nuestras gafas, preparar nuestro equipo y era emocionante volver a disparar. Pero se hace más especial porque fue una boda que nos levantó el ánimo, nos dio mucha esperanza y nos ilusionó. Esta boda es un rayo de luz entre tanta tiniebla que hemos vivido porque, insistimos, no romantizamos la cuarentena y afirmamos que es la crisis más difícil que hemos enfrentado y nuestra intención con este blog, más que presentar a los protagonistas o narrar cómo la vivimos, es extender esa misma esperanza a las parejas que han aplazado su boda y también a los colegas que comparten nuestra situación. Nos angustia pensar que quizá un evento masivo demore hasta un año, pero porque estamos acostumbrados a vivirlos así, pero no nos detenemos a pensar que los sueños se logran dependiendo de nuestras decisiones. Nosotros decidimos si es más importante la unión matrimonial o el festejo masivo. Es nuestra responsabilidad elegir lo esencial o lo extrínseco. ¿Justifica aplazar nuestros sueños porque no podemos acompañarlos de una fiesta o de un viaje? Si hay algo que podemos aprender de todo esto es que podemos volver a lo esencial y Daniela y David nos mostraron que lo esencial es el motivo en sí que nos hace celebrar, lo esencial es la razón de fondo que puede reunir a 300 personas.

Gracias siempre, Daniela y David, por confiar en nosotros, darnos la oportunidad y privilegio de conocerlos y acompañarlos de cerca como creadores del recuerdo más lindo de sus vidas y gracias por alegrarnos los días, darnos esperanza y regalarnos unas fotos y momentos tan bellos.

Con cariño, Gisela y Jhon.

08 Mai 2020

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